lunes, 27 de marzo de 2017

De redes sociales y batallas de vermut. Articulo para Tocado

Lo reconozco, estoy enganchada,  tengo Facebook, pinterest, instagram, varios blogs…..
Estas nuevas tecnologías me permiten estar conectada 24 horas y comunicarme con mis seres queridos y con compañeros de toda Europa y a todas horas!

He tenido que limitar un poco mi actividad ya que en ocasiones sentía que ponía más atención a las actualizaciones que a lo que se contaba en la tertulia del café con mis amigas.

Los españoles compartimos esas ganas de cambiar el mundo entre cervezas y eso también lo hemos llevado a nuestras pequeñas ventanas al mundo y ocurre que me encuentro reflexionando en muchas ocasiones acerca de dónde están los límites, de ética, de comportamientos incorrectos, de casos de éxito en redes pero de fracasos personales y de un sin fin de nuevas batallas que combatir a la hora del vermut.

El carácter público que ofrecen las redes sociales ha cambiado la magnitud de la repercusión que obtenemos si lo comparamos a la década que hemos dejado atrás.
La notoriedad tan difícil de conseguir en el pasado ha encontrado caminos más accesibles por los que transitar.
Nuestras redes de contactos se han quintuplicado y profesionales de todos los sectores se interconectan de manera extraordinaria.
Proyectos que cobran vida y llegan a nuestras pantallas como nunca lo habían hecho.
Los beneficios de esta nueva era son indiscutibles.

Caminamos juntos construyendo nuevas formas de comunicarnos y eso conlleva también la búsqueda de nuevos protocolos y encontronazos con límites desconocidos que debemos trazar.

La libertad de expresión es un derecho fundamental del ser humano pero en el momento en que entra en conflicto con otros derechos se dibuja un límite que no debe ser traspasado.

El derecho al honor , a la protección de la propia imagen, se ve vulnerado en las ocasiones en las que amparados por nuestra libertad de expresión y sin haber visto ese límite que existe entre ambos derechos, lanzamos comentarios, compartimos fotografías de los trabajos de compañeros y comenzamos a destripar sus errores cual científico diseccionando una rana con meticulosidad.

Ocurre que la falta de empatía y el anonimato que nos amparan tras las pantallas de nuestros dispositivos electrónicos, nos inducen a la sinceridad más cruel y desalmada. Nuestras palabras jamás serían las mismas si tuviéramos a esa persona de frente.

Por ello es urgente que reflexionemos al respecto.

Necesitamos cultivar nuestra expresión escrita, nuestra comprensión lectora y sobretodo el respeto por los demás.


Me enseñaron desde muy pequeña que no debo hacer a los demás lo que no me gusta que me hagan a mí. Los años me han demostrado que el grado de tolerancia cambia según las personas y la frase se queda incompleta ya que todos somos diferentes y todos sentimos con diferentes intensidades lo que nos acontece. Es por ello que siempre debemos parar por un segundo las palabras que raudas se acercan a nuestra boca y pensar antes de permitir que produzcan un daño irreparable, porque como un sabio dijo una vez… ‘hay tres cosas que nunca vuelven atrás: la piedra tirada, la palabra pronunciada y el agua pasada”




A seguir creando y compartiendo!!


jueves, 2 de marzo de 2017

Old School vs New School. Artículo para TOCADO 09/16

El patio barbero en España está que arde. 
Batallas barberas, premios por doquier al mejor barbero, a la mejor barbería… Instagram como plataforma para conseguir kiloseguidores… Nunca en la historia de la barbería de este país el oficio había gozado de tan buena salud y a pesar de ello llevo un par de años leyendo artículos que vaticinan la muerte de la barba, que el fade pasa de moda, y un sinfín de proféticas alusiones a la desintegración de algo que está aún muy vivo. El miedo de aquellos que se han quedado obsoletos y rezan por un pasado mejor, ese pasado en el que tenían a sus clientes contentos pasando la “moto al 3”, es el que dirige las palabras y acciones de este anti-movimiento.

Nunca lo tuve tan claro como ahora porque, hace unas semanas, tuve la suerte de asistir a una formación de barbería y peluquería impartida por 5ive ( sí, es su nombre, como five…5 en inglés vaya!), miembro del equipo artístico internacional de Wahl y también barbero de Craig David y Puff Daddy entre otros. Si no sabéis quienes son estos artistas, me temo que ya he pasado a formar parte de otra generación de peluquería y eso es señal de que me hago mayor! Y por ende más sabia… si es que no se consuela el que no quiere.
Todos los que asistimos, al ser formación Wahl, creímos que recibiríamos un curso de fade, hairtattoo o cualquier técnica asociada a clippers. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando descubrimos que lo que Wahl quiere potenciar es el uso de clippers en medidas largas y medias para desbancar el uso de la tijera, o al menos demostrar que no se necesitan.

 Cuando en la jornada se abrió la puerta a nuestras preguntas inicié un debate que los barberos holandeses no entendían, el propio 5ive tuvo dificultades para resolver mis dudas.  Sentí que mi barrera comunicativa se extendía más allá del idioma. Puse sobre la mesa el conflicto que existe cuando el barbero de “toda la vida” ataca al barbero que sólo usa clippers para cortar el cabello y alude que si eso no lo sabe hacer a peine y tijera no debería llamarse barbero, de nuevo el miedo llamando a la puerta, y viceversa. Nuevos barberos autodenominándose maestros y faltando el respeto a una generación anterior que simplemente está desactualizada pero que puede aportar muchísimo a los recién allegados.
-Creo que lo difícil es entender que el conocimiento sólo suma, en fin, sigamos!

Ellos no entendían lo que yo estaba contando, aludían a que ese conflicto es más de “peluqueros” , que los barberos disfrutan de la complicidad y el compañerismo, se ayudan y se alegran de los éxitos de los otros, y claro! Yo solo pude concluir que la gran diferencia, y razón por la que no me estaban entendiendo, es que la barbería en Holanda había desaparecido casi por completo y renació hace 5 años con fuerza y gracias al esfuerzo y el trabajo bien hecho, entre todos han dado protagonismo a la profesión y al caballero y su estilo como herramienta necesaria para conseguir el éxito. En España sin embargo,  la barbería agonizó durante décadas…pero ahí estuvo; luchando, y ahora mismo nos encontramos dos frentes en una guerra que roza lo absurdo.

Nunca olvidaré a mis profesores en el Salvador Seguí. Carmen en concreto, nos explicó muy bien que la importancia de un corte no está en la herramienta que se utiliza, sino en entender la teoría detrás de un estilo de cabello para saber dónde realizar los diferentes cortes y que técnicas utilizar en el proceso. Un día apareció con un bisturí y nos demostró que “si corta” vas a poder conseguir el mismo resultado final, nos dejó boquiabiertos y luego nos permitió probar con el bisturí para demostrarnos que lo que tienen en común tijera, navaja o clíper es que hay un filo capaz de cortar una fibra capilar.
Casi 15 años han pasado desde entonces y hoy vivimos un “a ver quien la tiene más larga” y sacamos nuestras tijeras de 7 pulgadas, de 8! De 9! Espera que saco una katana!

Hemos caído en el consumismo voraz, hay quien piensa que por tener una colección de clippers, trimmers y shavers ya convalida con 1º de oficial de barbería.
La moda de la barbería y de las barbas ha creado una iconografía que, llevada al absurdo, ha clonado barberos y los ha repartido por el territorio.

Supongo que es una consecuencia natural del éxito contemporáneo y su correspondiente fama.

Otro de los grandes temas que salieron tocaba el bolsillo de los barberos.

El hecho de que los precios en el país de los tulipanes y el queso sea más elevado para los servicios de barbería y peluquería no solo responde a un salario mínimo más alto y mayores impuestos, en realidad el coste por hora de un barbero en España hace 10 años era mayor que el de ahora, simplemente aquí supieron adecuar la mejora de la calidad del servicio al precio que se cobra al cliente. Me explico.  
Un barbero hace 10 años, permitirme este ejercicio muy generalizado,  realizaba servicios de 15 minutos a 7 euros, en ocasiones sin mucho producto, sin lavado de cabeza en su mayoría… La hora de trabajo de un barbero aportaba 28 euros casi sin coste. En la actualidad las técnicas son más elaboradas, los acabados mucho más detallistas, utilizamos más productos, toallas y servicios que han mejorado la experiencia del cliente pero el precio ha subido muy poco. El corte de media está en 12 euros, pero invertimos 30 minutos en cada cliente (en ocasiones 45), vemos que la hora ha bajado a 24 euros y con un aumento significativo del gasto por cliente.

Creo que es necesario que cada profesional realice un ejercicio muy sencillo que es calcular cuánto está facturando por hora. Seamos conscientes de que a mayor calidad de servicio es necesario un mayor precio final. Nosotros somos nuestra propia máquina de trabajo y al final nuestro desgaste no tiene piezas de reparación por lo que es casi obligatorio replantear los términos en los que estamos trabajando.

Para ir terminando, no olvidemos, Damas y Caballeros, que este momento que vivimos pertenece a una línea temporal de un oficio que lleva cientos de años acompañando al Hombre. Formamos parte de un periodo en la historia de la barbería, del pasado debemos aprender qué errores se cometieron para no zambullirnos en una pronta extinción, como rezan los temerosos. El futuro no está escrito, no hay destino sino esfuerzo y no hay futuro si el escritor es el miedo.
Tenemos la pluma en una mano firme que con pasión puede versar sobre un gremio renacido, sobre un colegio de barbería y una legislación que elimine la picardía de la cara B de este vinilo.

Ahora solo falta que entre todos seamos ese pulso, sereno, propio de francotirador, y dejemos atrás las divisiones que debilitan para unirnos y defender una profesión con profesionalidad.


Una que escribe pone su granito de arena en cada ocasión que le brindan, ¿y tú? ¿Qué puedes hacer para construir ese bonito futuro que tanto soñamos?