Pocos profesores enseñan tanto como una maleta vacía.
Después
de tantos años de viajes, mudanzas, seminarios y placer, mi maleta me enseñó
algo tan importante como entender que 10
kilos son 10 kilos.
Puedes enfadarte con la compañía aérea, con tu pareja o
contigo mismo pero cuando tienes que viajar con tu pequeña maleta te das cuenta
de que es lo importante para ti. Aprendes a que si no te desprendes de lo
innecesario es imposible emprender el viaje.
Cuando llegas a tu destino siempre extrañas algo, cada viaje
es una lección. “Esta vez puedo llevar menos maquillaje, 2 pares de zapatos son
suficientes, necesito más espacio para traer regalos a la vuelta”.
Y así, viaje a viaje, tu técnica se perfecciona y sabes que
cargar en ella casi sin pestañear.
Mi última lección quiero que sea la de aprender a viajar sin
maleta, a disfrutar del viaje con nada más que lo puesto. Cada kilo que llevo a
mi espalda, cada objeto innecesario me impide viajar con comodidad, pero cada
vez que llega el momento de hacer de nuevo la maleta sigo sintiendo que “necesito”
10 kilos para poder volar.
Que cosa tan sencilla hacer una maleta, ¿verdad?
Pues hoy os propongo que imaginemos nuestra vida como de ese
viaje con maleta de mano se tratase, imaginar los sentimientos negativos y las
personas destructivas como objetos pesados y a todo lo positivo que te rodea
como livianas prendas de las que no puedes prescindir y dime ¿de que está llena
tu maleta ahora?
Y eso queridos amigos… ha sido mi reflexión viajera
prevacacionera!
A seguir creando y compartiendo!!!
Un abrazo!!