Un término tan técnico y con tantos matices...
Cuando abrimos las puertas de nuestro negocio, con tanta
ilusión, reflejando nuestros sueños en cada detalle que colocamos en el
interior, transmitiendo nuestra pasión a cada paso del duro proceso, y
seleccionando a nuestros compañeros en tal ardua aventura no debemos olvidar
que esas personas que estamos contratando son nuestro capital humano.
La inversión monetaria que hay que realizar para iniciar
nuestro proyecto tiene en el capital humano un compañero en la sombra, uno que
no se puede medir en céntimos y que va más allá de lo material sin ninguna
duda. Bajo mi punto de vista; la más valiosa de las inversiones.
Atrás quedaron los años donde la peluquería era una salida
laboral óptima para una juventud que no sabía qué hacer, era un constante
devenir de personal en los salones, quienes en ocasiones trataban a esta
juventud como si de ganado se tratase. " Como tú hay cientos deseando trabajar" Aprovechando la falta de estudios y la necesidad,
se ofrecían contratos basura y sueldos irrisorios con la promesa de enseñar un
digno oficio que en el futuro podría abrirte la puerta a tu propio negocio.
Esa generación de profesionales de la imagen creció,
aprendió desde el lavacabezas y avanzó de la más dura de las maneras.
Hoy muchos de ellos han continuado la mala praxis
empresarial que aprendieron de sus maestros, otros muchos aplicaron el “no
hagas lo demás lo que no te gusta que te hagan a ti” y este hecho nos deja un
presente con múltiples enfoques empresariales en el sector.
En ese proceso los gobiernos modificaron los planes de
estudios, ampliaron la protección de los trabajadores contra el abuso
empresarial y la sociedad cambió tan rápidamente que muchos no supieron
adaptarse a su realidad actual.
Siento no endulzar un tema como este, pero precisamente
porque hablamos de seres humanos este tema no debe ser endulzado.
Las personas merecen un salario digno con el que cubrir sus
necesidades básicas realizando un decente horario laboral, por ello se luchó
tanto en el pasado y para ello disponemos de herramientas como el convenio. Por
ello mi tolerancia en casos de ilegalidad profesional no existe, no la respeto,
no la consiento y si puedo colaborar en su erradicación ahí me tendréis.
Esta es la razón que me ha llevado a escribir hoy, para ayudar a entender lo
que el capital humano significa, para ayudar a reflexionar al que está
cometiendo ilegalidades amparado por un recuerdo de una época donde las cosas
eran tremendamente diferentes.
A día de hoy el sector sufre por muchísimas y diversas
causas.
El no encontrar personal adecuado es simplemente un síntoma, y no una
enfermedad. Como síntoma refleja una profesión enferma, que necesita diagnóstico, tratamiento y rehabilitación para poder lucir saludable de nuevo.
Así que si de verdad amas esta profesión, no dejes de leer,
no dejes de aprender, arranca el orgullo de tu pecho y si no puedes
evolucionar… pide ayuda y cambia.
En España, desconozco el número exacto a pesar de haber
investigado, conviven cientos de miles de peluquerías, con diferentes
conceptos, estilos y filosofías. Gracias a la libertad comercial también
existen decenas de marcas de productos y opciones que abren al profesional una
gran gama de servicios que ofertar entre sus clientes.
Este gran número de salones que fue creciendo sin medida en
las últimas décadas se enfrenta a una realidad matemática.
Para poder explicar mi razonamiento voy a crear una ciudad
ficticia, los ejemplos relatados son acercamientos a la realidad de
nuestro país, obviamente estoy generalizando y es simplemente un juego
imaginativo en el que os invito a participar y que considero que os ayudará a
reflexionar desde otro ángulo problemas que nos sacuden cada día.
1.1 El crecimiento descontrolado del número de
salones y sus consecuencias
Si en una población de 200.000 habitantes disponemos de 300
salones de peluquería/ barberías y una media de 3 tocadores por salón significa
que tenemos en esta población 900 peluqueros trabajando.
El volumen de clientes de esta población que utiliza los
servicios de dichos peluqueros es de 140.000 habitantes (el 70% de los
españoles reconocen asistir a centros de peluquería para el cuidado de su
imagen) lo que significa que repartidos equitativamente implicaría que cada
peluquero de esta ciudad dispondría de unos 155 ciudadanos con los que generar
los ingresos que hagan rentable su jornada.
Este volumen no cambia pero la crisis del sector en cuanto a
la relación entre empresarios y trabajadores comienza a crecer y en esta
población en 5 años nos encontramos con 200 nuevas peluquerías abiertas por 200
de esos 900 peluqueros de los que habíamos hablado.
Para abastecer la mano de obra nos encontramos con la parte
del sector más vulnerable; los aprendices.
1.2 Los
aprendices y las consecuencias de su mala educación.
En esta ciudad 2 academias de peluquería y un instituto de
formación profesional preparan a los alumnos para en un futuro cercano
desempeñar las funciones necesarias para obtener su primer empleo como
peluquer@s.
1 academia gestiona su formación con una elevada parte
práctica en la que la academia rentabiliza a cada alumno, poca formación
teórica y además imparten cursos exprés de baja capacitación que crean
generaciones de profesionales con baja formación y calidad técnica.
La otra academia de la ciudad invierte recursos para ofrecer
una alta formación a sus estudiantes pero solo un 20% de sus alumnos terminan
sus estudios con algo más que una puntuación; con vocación.
En el instituto el plan formativo gubernamental prepara a
sus alumnos correctamente pero así como los cursos transcurren, el número de
alumnos merma y volvemos a encontrarnos con un 20% de alumnos que finalizan sus
estudios.
Tras 2 años en academias nos encontramos con esta nueva
generación que una vez más vuelve a mostrar la disparidad de formación y
calidad técnica que se ofertará como capital humano para esa red de 500
peluquerías que necesitan personal desesperadamente.
1.3 La
frustración de los salones y su dificultad de encontrar colaboradores de
calidad
Comienza entonces la búsqueda de empleo del recién salido de
la academia o instituto y la imperiosa necesidad de encontrar colaboradores,
por parte de los salones que han perdido personal y ganado competidores, crece
proporcionalmente.
El número de alumnos resultantes no es suficiente para
abastecer a todos los salones existentes.
La baja calidad de la formación de estos alumnos provoca la
desafección de los empresarios que no encuentran lo que necesitan
La sensación que flota en el ambiente es que nadie quiere
trabajar, pero esa sensación se debe a que un 80% de estudiantes de peluquería
ha comenzado sus estudios sin vocación, en ocasiones por obligación parental,
un alto porcentaje dentro de este grupo ni siquiera a finalizado sus estudios y
su nivel educativo es medio/bajo; realmente no quieren trabajar como
peluqueros.
El 20% restante, el vocacional y el que tiene formación de
calidad encuentra rápidamente trabajo en los mejores salones de la ciudad, un
pequeño porcentaje incluso inicia su propia andadura empresarial ya sea como
freelance o como empresario abriendo su propio salón de peluquería.
1.4 Y el
cálculo matemático llega a su final
En esta ficticia ciudad con ficticios números el cálculo ha
sido realizado con los porcentajes reales sacados de estudios de mercado
recientes.
En el final de esta historia nos encontramos con más de 500
salones y más de 1000 peluqueros con un mismo número de clientes potenciales,
no hace falta ser un erudito para determinar que a mayor número de salones,
mayor número de peluqueros y sin que el número de clientes crezca, el trozo de
pastel a repartir es menor.
Si seguimos el juego hemos pasado de 155 ciudadanos por
peluquero a 140.
Pero la vida no es teoría, lo sé.
En la vida real es aún más cruda la situación, ya que no
todos los negocios tienen éxito y hay salones que apenas tienen clientes e
ingresos.
CONCLUSIÓN
PERSONAL
Quizás ha llegado el momento de sentarnos con una taza de té
en la mano y revisar esta frenética historia que ha intentado reflejar las
últimas décadas de la evolución de un sector que se está marchitando
rápidamente.
En mi opinión el número de peluquerías por metro cuadrado de
España es elevadísimo, el porcentaje de salones con baja capacitación técnica y
empresarial es altísima, el número de peluqueros que ejercen ocupacionalmente
es aterrador, el número de academias que no tienen ética profesional y mal
forman peluqueros es excesivo y una lacra para la profesión.
Es imposible abastecer a todos los salones existentes ni con
clientes ni con personal de calidad, así que va siendo hora de buscar
soluciones.
Si os interesan mis propuestas podéis seguir leyendo, quizás
vuestra opinión sobre mí cambie con las líneas que hoy habéis leído, en
ocasiones me siento una inquisidora de la peluquería en potencia, pero lejos de
querer perjudicar a nadie busco que nuestro sector en España mejore y eso,
irremediablemente, pasa por un frío análisis de las posibles causas.
2.1 La mala
educación
El primer foco de infección que atacaría sería la regulación
de las academias.
Erradicar por completo las fábricas exprés de peluqueros mal
formados.
Si no cuidamos la calidad de la formación de nuestros
futuros peluqueros estaremos fomentando la perpetuación de la mala praxis y de
los tópicos que los consumidores tienen tan aferrados en sus mentes sobre
nosotros.
La sociedad de hoy demanda personal cualificado, educado y
que tenga conocimientos más allá de la técnica.
Se deben trabajar aspectos como la presencia, la imagen, el
trato al público.
Si un alumno no alcanza unos mínimos no se le debe permitir
ejercer la profesión.
2.1 La mala
praxis
Necesitamos inspectores del oficio que acaben con los
salones que dañan irremediablemente nuestra profesión.
Salones que siguen utilizando harina y líquido de permanente
para desrizar ( y si, aún los hay y de renombre que es lo peor!)
Salones que reinciden una y otra vez en la ilegalidad para
con sus empleados con contratos inválidos, que no corresponden a la categoría
del trabajador o que no reflejan las horas que verdaderamente trabajan.
Salones que rellenan sus productos de lavacabezas con
productos de inferior calidad a la del envase.
Salones que permiten que su personal poco cualificado engañe
al cliente y experimente con él nuevas técnicas o servicios recién aprendidos
cobrando ese servicio con precio habitual.
2.3 La
adecuación y renovación de conceptos
Necesitamos una mejora en la diferenciación del tipo de
salones existentes. El sector de la restauración lo ha conseguido
eficientemente, no es lo mismo comer en un bar que en un restaurante, y no es
lo mismo una categoría que otra. El consumidor conoce las diferencias gracias a
la labor de ese sector e iniciativas como la Estrella Michelin o la utilización
de un número de tenedores para que el cliente pueda escoger más acertadamente y
cubrir sus necesidades.
Quizás es hora de poner una placa que identifique los
salones bajo criterios de calidad de servicio, producto y precio.
2.4 La
apuesta por el aumento de la calidad y el precio
Contrariamente al pensamiento general que circula entre
profesionales del sector el aumento de calidad y precio tiene múltiples
ventajas.
Al aumentar el precio y mejorar el servicio podemos reducir
el número de clientes diarios, mejorando nuestra calidad de vida y nuestra
salud.
Apostar por un concepto personal y más exclusivo nos permite
disfrutar más de la parte creativa y la falta de personal cualificado la
podemos suplir con personal de apoyo.
Vuelvo a insistir en la figura de la recepcionista que
tantos beneficios aporta a un salón ya que permite al peluquero rentabilizar su
tiempo en el tocador.
La recesión convierte a los consumidores en buscadores de
experiencias, buscan invertir mejor su dinero y eso permite a los salones
exclusivos mantener e incluso aumentar su cartera de clientes.
Contribuimos a la mejora social de nuestra profesión y
marcamos una brecha significativa que diferencia los salones económicos y
aportamos razones de peso para que el cliente perciba las diferencias entre el
personal profesional altamente cualificado y el que no lo está
Estos 4 puntos son para mí los más urgentes, así como la
divulgación social de lo que un buen peluquero y un buen salón de peluquería
son.
Solo os invito a bucear por internet y leer las experiencias, a veces traumáticas, de los consumidores de peluquería. Tenemos la manía de ver la paja en el ojo ajeno y protegemos nuestra imagen subconsciente no reflejandonos en malos ejemplos o fatídicos hechos. Nos falta mucha autocrítica.
Es hora de unirse por un bien común, de dar herramientas
para el que se quiera reciclar, de examinar cada ciertos años a los oficiales de peluquería y comprobar que
están al nivel adecuado para seguir ejerciendo.
Nuestra profesión es preciosa, pero conlleva una
responsabilidad altísima para con nuestros clientes, y hoy pagamos las
consecuencias de un crecimiento totalmente descontrolado.
La economía sumergida, la falta de adaptación a los tiempos
que corren, son tantos los factores que impiden evolucionar como grupo que
necesitaría una vida extra para analizarlos todos.
Pero afortunadamente hay algo que no varía y que es
insustituible; el capital humano.
Que tan valioso es ese trabajador que combina técnica con
saber estar, que se informa, que invierte tiempo personal en mejorar, que ama
lo que hace y tiene el don de seducir a sus clientes para que repitan y confíen
en el.
En nuestra mano está el aprender a conservarlo, ya que solo
un 20% de los que actualmente ejercen la profesión pertenecen a tan
privilegiado ratio.
¿Dispuesto a revolucionar tu vida profesional?
Un pequeño paso es más valioso que el más grande de los
pensamientos.
Un abrazo! Y a seguir creando y compartiendo!