Vivimos tiempos convulsos, el sistema de bienestar social
corre peligro, la tasa de desempleo roza límites insostenibles, un mayor número
de familias sobreviven en condiciones contrarias a lo que nuestra constitución
promete al ciudadano español, los impuestos aumentan, el consumo decrece y el
panorama que se dibuja en noticiarios y tertulias es cuanto menos desalentador.
Este compendio de desgracias, más las innumerables que me
dejo por el camino, son la cara oscura de un país que pide a gritos recuperar
lo que se le ha robado.
Pero este escenario está tras las espaldas de todos los
ciudadanos y no puede ser la excusa que justifique la ilegalidad.
Tolerancia 0.
Si la legalidad es abusiva o no estamos de acuerdo con las
decisiones políticas que vivimos, nuestra obligación es utilizar los recursos
de los que disponemos de manera individual y colectiva y cambiar las cosas,
lamento comunicar que con un like o un debate en Facebook nada se hace, inclusive…escribir
este artículo.
Plataformas sociales, voluntariado, ir a una urna y
depositar el voto; eso cambia una sociedad.
Dicho esto, considero que nuestro sector sufre las
consecuencias de dos tipos de ilegalidades; las que comente el empresario y las
que comenten los individuos.
Daña tanto el sector la persona que trabaja a domicilio, sin
declarar y ofreciendo precios ridículos, como el empresario que tiene
contratado a un trabajador por menos horas de las que en realidad hace y la
mitad de su sueldo lo ingresa en B.
Negar estas dos realidades, excusarse en ese apocalíptico
escenario, no es más que un insulto a todos aquellos que sí se esfuerzan en
mantenerse en la legalidad contribuyendo con el bien común y manteniendo la
ética profesional a salvo todavía.
Para mí aquel que no es legal no es éticamente profesional,
que no significa que no sea buen o mal profesional.
Simplemente me parece un comportamiento individualista del
que no participo, luego queremos beneficiarnos de ayudas sociales, educación
pública y servicios sanitarios gratis y de calidad. Desde la ilegalidad solo
contribuimos a su destrucción.
Cuanto daño han hecho los dueños de salones que pagan
salarios irrisorios pudiendo ofrecer sueldos justos a sus empleados, cuantos
profesionales han perdido la ilusión por la profesión debido a la desmotivadora
gestión de equipos, a la falta de formación, al desprecio constante, a la
explotación de sus trabajadores. Me encantaría que mis palabras fueran una
exageración de la realidad, pero por desgracia está tan latente que aún sangran
heridas al respecto.
Por ello es esencial la educación, el acceso a formación, la
transparencia, el trabajo duro buscando la excelencia profesional, mejorando
cada día un poquito.
Desde mi ventana al mundo pido que dejemos de luchar los
unos contra los otros, que abandonemos esos egos que nos dominan y nos sentemos
a dialogar de manera pausada para encontrar un punto de encuentro.
Quizás suene extremista lo que voy a escribir pero no todos
valen para regentar un negocio, y aquellos que no cuiden a sus trabajadores de
manera responsable y legal deberían perder sus empresas.
Si has abierto una peluquería y no tienes ingresos
suficientes para pagar un sueldo digno a un empleado, no lo contrates. Quizás
puedas ofrecerle un alquiler de tocador si es que tienes un volumen suficiente
de clientes con el que se pueda ganar la vida. Si tampoco tienes ese volumen
mínimo de clientes es que no necesitas a nadie más en tu salón.
Quizás con empresarios responsables menos personas buscarían
la ilegalidad del trabajo a domicilio.
Si como profesionales nos esforzásemos cada día en ser
mejores y en ofrecer la máxima calidad a nuestros empleadores, quizás no
tendríamos que trabajar a domicilio porque podríamos ofrecer un valor añadido a
quien nos pudiese contratar y ayudar al que tiene el negocio.
No olvidemos que en la pequeña empresa el dueño arriesga
todo lo que tiene y el empleado tiene que poner toda la carne en el asador para
que la relación sea rentable y ambos puedan seguir trabajando y mejorando su
nivel de vida.
Queda muy poco para que acabemos el año y mucho trabajo
colectivo por realizar; pon tu grano de arena desde el lado de la bahía en el
que te encuentres.
Es la verdad de esta situación a la que nos ha llevado el abuso, el robo y el engaño de aenpuede decir de una sociedad en todos sus ámbitos, desde el trabajador que senlleva material de la empresa a su casa, a los empresarios que como tú bien dices no declaran con transparencia, y ya no digamos del despilfarro politico. Si todos se aprovechan, pues yo también! Parece que es lo normal, y ya vemos las consecuencias, la necesidad no ayuda a denunciar los abusos, mejor eso que nada, pero tienes razón, hay que cambiar desde la raíz, y colectivamente se podrá ir logrando que la sociedad cambie, pero no tengo muchas esperanzas, aunque lo deseo con todas mis fuerzas.
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